Matthew Stone
Es innegable la eterna disyuntiva que existe entre los defensores del formato fotográfico análogo y los del formato digital. A partir de la “reciente” y extrema comercialización del nuevo sistema de captura de imágenes, los rollos, químicos y papeles se vieron sometidos a una gran problemática debido a la poca producción y distribución de estos materiales, volviendo a estas alturas casi artesanal el trabajo de aquellos autores que aún se dedican a la toma analógica de fotografías. Aunado a esto, la inmediatez del ensayo y error del formato digital y su gran versatilidad de edición lo volvieron aún más exitoso para fines editoriales/publicitarios. Analicemos pues el actual terreno en que se desarrolla cada uno:
El formato análogo:
Hablar de un proceso de placas, negativos y revelado quizá nos parezca algo anticuado, sin embargo debemos tomar en cuenta que los más grandes fotógrafos han optado por el formato análogo como su mejor y más valiosa opción. De las cámaras de fuelle a las Holga, cada dispositivo ofrece un acabado y definición inigualable que quizá nunca podremos ver en un digital. Tenemos por ejemplo artistas como Sandy Skoglund o Candida Höfer quienes, a distinto modo, explotan al cien por ciento las capacidades de sus cámaras análogas; por mencionar otras corrientes podríamos citas a Nan Goldin o las primeras fotos de Ryan McGinley. Lo cierto es que con la nueva era digital estos autores se vieron beneficiados al poder scanear y editar sus imágenes,sin embargo lo cierto es que muchos de ellos son detractores del uso de programas de edición.
Nan Goldin
Ryan McGinley
Candida Höfer
El formato digital:
Nunca antes fue tan sencillo capturar una imagen como ahora, una época en la que cualquier accesorio puede incluir una cámara. Este desarrollo resultó un arma de doble filo pues la inmediatez del formato representó un desprestigio para el trabajo de un fotógrafo ante la globalización y la idea de portabilidad y acceso que venden las grandes marcas mediante sus productos. sin embargo, para fines comerciales, editoriales e incluso documentales (periodísticos), el formato digital abrió la puerta a un sin fin de posibilidades de toma y resultados.
De la mano de las cámaras digitales vinieron nuevas corrientes fotográficas que modificaban de forma extrema la imagen mediante softwares de edición, la industria de la moda (por ejemplo) la usó para realizar sus ideales estéticos que muchos critican por ser poco sensatos respecto a la estética y proporción común de los consumidores. Alejándonos un poco de los fines comerciales, algunos autores se han valido de las ventajas digitales para enriquecer su obra, tales como Philip-Lorca diCorcia y Gregory Crewdson.
Gregory Crewdson
David LaChapelle
Annie” Leibovitz