Los datos varían, pero los expertos establecen que los orígenes de la serigrafía se remontan al año 3000 a.C. por los nativos de las Islas Fidji, quienes hacían agujeros a las hojas de plátano para poder realizar estampados sobre las superficies. Aunque también cuentan las leyendas que en la antigua China se utilizaban cabellos de mujer entrelazados para darle forma a las figuras, que después plasmaban con tinta en papel.
Sin embargo, las primeras impresiones en papel como los carteles publicitarios que conocemos actualmente, se realizaron en Estados Unidos en la década de los 30, donde tuvo un auge muy importante por ser un método versátil para imprimir sobre distintos materiales y con varios fines, como Guy Maccoy, un artista estadounidense a quien se le atribuye ser el primero en emplear la técnica de la serigrafía con fines artísticos, desde 1932 y después en exposiciones en galerías en 1938.
La serigrafía actualmente consiste en hacer un marco con nuestro diseño, sobre el cual se pone la tinta y se transfiere a la superficie en la que queremos plasmarla, además dicho marco puede ser utilizado cientos de veces, lo que ayuda a crear varias copias a un costo relativamente bajo, cosa que ha permitido que la serigrafía siga tan vigente en nuestros días. Por si fuera poco, se utiliza en un sinnúmero de materiales, como textiles, plásticos, madera, cristal, etc.
